Una de las preguntas que me siguen sorprendiendo cada vez mas como dealer de obras de arte, es si la reciente adquisición de x pieza va a valorizarse o no. Me permito dudar cuan eficaz puede ser una asesoría en la compra de obra con el único fin de su valorización. Es obvio que con volumen de información que recibimos, resulta necesario encontrar filtros válidos, pero es un hecho que el gusto individual solo obedece al placer perceptivo al que cada persona debería darse el lujo de responder. Lo interesante del arte actual no solo es su valor estético, sino de la fascinante polémica que se desata alrededor de su significado y de su valor comercial. Sobra decir que este último impera sobre todos los demás. Si bien el proceso de aprendizaje de los movimientos actuales no se limita solamente a corrientes artísticas imperantes, reflejo de matices sociales y políticos de la época, nos alejamos en este trayecto de “modelación” cada vez mas de una respuesta netamente emotiva inicial. Varios factores influyen en este cambio. Lo he vivido a través del tiempo. Lejos de ser la “tela” ,pieza única ,de buena factura, la nueva escena esta minada por técnicas fotográficas y digitales en ediciones múltiples y de instalaciones cargadas con complejos y a veces ,mas aun ,áridos significativos que no ameritan un intento de análisis. Detrás de todo esto, se levanta un tinglado de galeristas y mercaderes apoyados por instituciones, compradores frecuentemente denominados coleccionistas y ferias de arte internacionales . El periodo de fama de numerosos artistas se hace cada vez mas corto y frágil, lo que hace que lo que llamaríamos “inversión” sea cada vez más dudosa, a menos que las transacciones se hagan en periodos cada vez mas cortos. Por ejemplo, el precio de venta de la obra de Andreas Gursky, cuyo talento es innegable, aumentó tres veces después de la muestra del MOMA. Ni hablar de fenómenos como el de Jeff Koons, exbanquero norteamericano y exesposo de la Ciciolina o el de Damián Hirst alimentado por las habilidades de marketing de Saatchi en Londres. La posesión de estas piezas no deja de representar, desgraciadamente, en muchos casos un símbolo de status social. Pareciera que los compradores no hayan aprendido de épocas anteriores, como sucedió en los 90 con el movimiento de Transvanguardia en el cual artistas como Sandro Chia, Francesco Clemente, entre otros,”sostenidos”por críticos como Enzo Sperone y dealers como FernandoVijande quien lanzó comercialmente a españoles como Zush, Gordillo, Chema Cobo, que en su época colgaban en lujosos apartamentos de Park Avenue. Los precios se desplomaron con el “crash” de los junk bonds. Hoy por hoy son invendibles. Aún , hace pocos años, la obra de Eric Fischl subió vertiginosamente en un par de meses exponiéndose en las principales galerias del mundo. Durante meses tuvo un receso comercial y regresa ahora con mas fuerza que nunca tras su ultima exposición. Esto sólo para citar un ejemplo de los muchos de la oscilación de los precios en el mercado internacional. Index-Art, compañia virtual, publicó hace poco una lista de los cien “grandes” del arte internacional. De entrada se establece una grave limitación en el contexto histórico al citar únicamente a los artistas vivos.Como es ya común, la metodología a seguir para consignar los elegidos es la encuesta pública que arroja los siguientes resultados: 59% obedece al eje Estados Unidos Alemania, 8%Reino Unido y Francia con un 4%. Solo el 29% restante,cita al resto de la producción artística mundial. Un poco difícil de creer que haya tal desproporción, conociendo la riqueza del arte Mexicano, Brasileño y las impecables obras de otros artistas que exponen y construyen sus carreras en el panorama artístico mundial.La idea es mover un mercado cultural masivo. En pocas palabras ”Fashion”. Unicamente el tiempo va a decantar lo que realmente vale. Otro factor que es bien esencial mencionar, la adquisición durante décadas de cientos de obras por parte de importantes compañías, que durante años tuvieron la posibilidad de desgravar sus obligaciones tributarias por medio de sus compras.Durante el primer mandato de Reagan, PaineWebber, IBM,y otras tantas constituyeron importantes colecciones. El pertenecer a ellas,daba al artista un cierto “flair”. Sumado a factores bursátiles del momento ,la cotización de estos elegidos en el mercado norteamericano e internacional llego a establecer records de ventas en las diferentes casas de subastas. Bajo el supuestamente selectivo ojo de los comisarios de turno, quienes frecuentemente respondían a jugosas comisiones, se constituyeron “muestrarios” de lo que seria el trayecto histórico durante y después de los 70’s. Con otra perspectiva, resulta interesante el caso de Paine Webber,cuyo Chairman, Donald Marron donó al recién inaugurado MOMA parte de sus obras. Conjuntamente con Matthew Amstrong, el comisario de la colección en aquel entonces, se decidió romper osadamente con los esquemas de la tendencia del momento en la que prevalecían instalaciones y limitarse a lo que denominaron “wall art”.La institución se hizo a una impecable colección que hoy en día con la fusión con UBS tiene otras prioridades y perspectivas de lo que deben adquirir, haciendo talvez obsoletas las obras que cuelgan en sus muros. Sin demasiados riesgos, sin demasiadas emociones, cuelgan ahora en este nuevo recinto,piezas que para mi son sólidos ejemplares de una época. Para muchos resultan lamentablemente “aburridas”… Sin embargo es importante que el comprador establezca un criterio con un objetivo claro. A saber, si es la compra para algunos muros de su casa o si quiere montar una colección.Y decidir que tanto quiere aventurarse en campos desconocidos e irse solamente por su propia intuición y placer. Mi recomendación es adquirir jóvenes artistas de cierta trayectoria y precios accesibles y correctos. Una obra de buen formato, de dos a cinco millones de pesos, nunca va a perder su valor. Seguirá al ritmo de la inflación de los demás precios. Si ya se ha decidido por un artista recuerde que su producción no puede ser pareja. Este es un ejercicio de creatividad y también las maquinas se desgastan.Se reparan y lubrican y vuelven a producir. Tómese su tiempo y piense que le conviene, goce el proceso de selección y disfrute de la pieza que está ahora cerca de Ud. sin obligatoriamente adjudicarle un valor comercial. Les pido mil excusas por abarrotarlos con tanta información pero lo expuesto aquí es solo una de las múltiples facetas de este complejo mundo llamado “arte”. Iris Ramler
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