“La Monalisa, una mirada aprendida”

El Museo del Louvre ha preparado un espacio preferencial a “La Monalisa” ubicándola sobre una pared falsa levantada en la mitad de una sala grande del palacio. Allí, en esta pared, no solamente está el cuadro sino que, frente a él, se encuentra un vidrio ancho de protección.

Seguido de este vidrio, hay una barra en semi-círculo y seguido de esto una cadena de lazos que ayudan a mantener cierta distancia preventiva de los miles de excitados espectadores que desean a toda costa llevarse la constancia fotográfica de haber estado frente a la pintura.

Si a este corto recuento le adicionamos el hecho de que el cuadro en sí es de un tamaño pequeño , y que esto contribuye, entre otras a la frustración interna de constatar que el cuadro se ve “regular” con respecto a la imagen que todos conocemos por otros medios, bien podremos prever que la imagen fotográfica será utilizada escasamente como evidencia imprecisa de un viaje a París.