Me sigue sorprendiendo que en el siglo XXI todavía se subraye el factor género en exposiciones, solo cuando se trata de artistas mujeres. Si bien por el simple hecho de ser mujeres han encontrado oposición, a lo largo de la historia, han sido parte integral en el desarrollo de las artes en general. Han tenido que luchar por su aceptación y reconocimiento en décadas anteriores en medio de sociedades que las tenían ligadas únicamente a las faenas del hogar. Utilizando seudónimos, intermediarios que a veces se apropiaban de sus obras, fueron poco a poco penetrando en esos campos considerados como “masculinos”.
En parte, su inclusión comenzó en consecuencia a la necesidad creada por las guerras. Con los hombres en el frente, debieron convertirse en jefes de familia e incursionar en todos los terrenos para lograr mantener a los suyos. Estas posiciones se afianzaron con la expansión de las campañas feministas de los años 50 y 60 en todos los campos. Las artes fueron una respuesta más a este desarrollo. Marginalizadas hasta el momento, compositoras, artistas, intérpretes, gestoras, escritoras empezaron a manifestarse con propiedad logrando una cierto reconocimiento hacia fines del siglo XX. Toma tiempo superar un prejuicio tan arraigado.
Atrás quedaron comentarios como el hecho por el artista Hans Hoffmann al entrar al estudio de Lee Krasner, su alumna, y comentar “esta obra es tan buena que no pareciera hecha por una mujer”. Tal “equivalencia” rige en Occidente. No corren la misma suerte cientos de miles de mujeres en vastos territorios, sometidas a la Sharia, múltiples sectas y grupos religiosos. Aquí la lucha por los derechos más básicos es la norma. Dentro del campo artístico terminan en el exilio, si logran salir, debiendo confrontar ahora segregación y racismo.
La pertenencia a un país se convierte en un nuevo reto a veces perdiendo su propia identidad. Es de subrayar que generalmente cuando artistas de países en vía de desarrollo exponen en países desarrollados recalcan su nacionalidad. No ocurre con la misma frecuencia lo inverso. En un mundo totalmente globalizado, esta etiqueta no constituye relevancia alguna a menos de que tenga un sentido curatorial particular en una muestra específica.
Por fortuna, muchas mujeres han logrado romper estigmas y prejuicios. Subrayando su feminidad, su nacionalidad o sus ideologías políticas logran imponerse.
Es importante rescatar todos estos valores que quedaron relegados al olvido sea por raza, género o nacionalidad . Ojalá todas estas talentosas personas sean valoradas como merecen.
Agradezco de antemano cualquier sugerencia que lleve a este fin.
Con mis mejores deseos para este 2018, quedo a la espera de sus comentarios.
Por Iris Ramler |
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